lunes, 4 de enero de 2016

Capítulo 3 (Última parte)

 Capítulo 3

Habla Heaven.


De pronto el suelo bajo nuestros pies empieza a temblar y los carámbanos de piedra del castillo se caen a pedazos al río. El cielo se convierte en un manto negro. Demonios, cientos, miles de ellos, revoloteando, huyendo, algunos de los que salen del interior de la sala de tortura no consiguen pasar de la puerta, mueren aplastados por la lluvia rocosa. El aire está lleno de gemidos y llantos, ya no sé si son de los propios demonios o de los torturados de las mazmorras. La sala que acabábamos de abandonar esta ahora vacía, Lucifer, Nazlok y el ángel han desaparecido, dejándonos atrás.
-¡Vamos! Grito tirando del brazo de la prisionera. –Estaremos más seguros en el desierto que aquí.
-¡Pero Lucifer se ha llevado a Morlan! ¡No puedo irme sin él! –Me responde parando en seco, cuando estamos a punto de alcanzar el río. Si cruzamos al otro lado, tendremos más probabilidades de salir ilesos.
- Él ha sido el primero que te ha dejado aquí tirada.
-No lo ha hecho, se lo han llevado. – Insiste.
-¡Se ha ido él! – Le replico exasperado. - ¿No te das cuenta de que no pueden secuestrarlo aquí abajo? ¡Está protegido, es un ángel!
- ¿Estás diciéndome que se ha esfumado en el aire y ha salido de este tugurio sin mí?
-Sí.
-Eso no tiene ningún sentido.- Añade aireando la mano para restarle importancia. –No me habría sacado de la celda si no tuviera un buen motivo.- Dicho esto, empieza a cruzar el puente que todavía sigue sorprendentemente intacto.
- Tuviera o no un motivo, que el Infierno se viniera abajo no creo que se encontrara entre sus cálculos, ¡así que vámonos antes de que se nos derrumbe este sitio encima!- Acto seguido la agarro por el brazo ignorando sus réplicas y echo a correr lejos del castillo.
Nos detenemos cuando el cansancio puede con nuestra desesperación. La guarida de Lucifer está desapareciendo en apenas minutos, el terreno está resquebrajado, el puente derruido y hundiéndose en la lava… El caos se adueña de la zona y no tendremos dónde resguardarnos del peligro inminente si no nos apresuramos.
-Estamos perdidos.- Resopla la muchacha.- Aquí, en mitad de la nada, vamos a terminar muertos.
-Todavía puedes encontrar cobijo, más adelante hay algo parecido a una aldea. Estarás bien allí.
-No se ve ningún poblado, ¿pretendes que ande durante días para encontrarlo? ¿Sin agua? ¿Y sola? Ahora entiendo porque nunca llevas tú la iniciativa.
- Está a menos de una jornada. Y sí, irás sola, porque mi intuición me dice que en casa de unos condenados no va ser muy bien recibido un sicario de Lucifer.
-¿Y tú dónde vas a ir si no es conmigo? Me responde con cautela.
-Voy a buscar a Lucifer.
- ¡Qué sorpresa! ¿Hay algún motivo por el que lo busques?
-Sí. Añado mientras comienzo a caminar de nuevo.
- Y por lo que parece no estás dispuesto a compartirlo.- Comenta mientras imita mi gesto.
-No, apresúrate. Llegarás a la aldea antes del anochecer.
- ¿Siempre tienes un carácter tan complicado? -Dice con sorna mi acompañante.
- Solo cuando el prisionero lo merece.- Le respondo.
- ¿Debo de entender en tal caso que lo merezco?
Sin responder observo el horizonte. Como había deducido, el poblado debe de extenderse más allá del desierto, todavía no hay rastro de él y está empezando a anochecer.
-Tenemos que apresurarnos, no puedes quedarte en el desierto una vez anochezca.
-¿Por qué?
Una sombra silenciosa se alarga frente a nuestros pies, esparciendo con ella el hedor del subsuelo del Infierno: muerte y descomposición. En cuestión de segundos la figura oscura empieza a desplegar sus numerosas patas, con intención de cernirse sobre nosotros.
Espesas gotas de baba caen en mis hombros.
-Por esto… ¡Corre!

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